La tecnología avanza y las tendencias en anestesiología se han volcado hacia las técnicas de flujo bajo y flujo mínimo, caracterizadas por la velocidad de flujo de gas fresco (l/min) que se suministra al sistema ventilatorio. ¿Cuáles son los beneficios de ese tipo de flujo a nivel sustentabilidad y costos? ¿Qué beneficios trae para el paciente?
Anestesia de flujo bajo e implicancias para el paciente
Los avances tecnológicos en los equipos médicos han permitido suministrar dosis y emplear flujos gaseosos mínimos. Las técnicas anestésicas de flujo bajo y flujo mínimo se definen según la relación que existe entre el flujo de gas fresco (FGF) que se administra al paciente y la ventilación minuto.
La necesidad de acondicionar el gas inhalatorio para pacientes en estado de gravedad permite evitar daños morfológicos en el epitelio de las vías respiratorias y consecuencias asociadas al reflujo de la secreción y la obstrucción de los bronquiolos. A su vez, los expertos advierten que este sistema de anestesia también tiene su aplicación en pacientes pediátricos si se realiza bajo especificaciones determinadas. Dentro de las ventajas, se encuentra el hecho de que el paciente conserva su estabilidad hemodinámica, recibe gases menos fríos y más humidificados, por lo que conserva su temperatura y su mucosa respiratoria y, a su vez, baja el requerimiento de opioides y relajantes musculares.
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La anestesia de bajo flujo se define como una técnica anestésica inhalatoria en la que la fracción de reinhalación asciende al 50%, donde al menos la mitad de la mezcla de gases exhalados se devuelve al paciente después de la eliminación de CO2 en la siguiente inspiración. Fuente: National Library of Medicine |
Anestesia y sustentabilidad
Como ya sabemos, la anestesia de flujo emite anestésicos volátiles en elevadas cantidades. La contaminación del ambiente y las políticas de sustentabilidad han tomado mayor relevancia en el último tiempo y, en muchos casos, comienzan a ser un factor decisivo al momento de determinar la calidad y el valor de las instituciones de salud. No es casualidad que existan nuevas y más estrictas regulaciones en torno a la seguridad industrial, ya que la demanda de políticas medioambientales comienza a formar parte de la agenda de las instituciones de salud.
Una de las acciones más representativas dentro del área de la anestesiología es la disminución de la emisión de gases anestésicos y su posterior reutilización. Sin embargo, este tipo de decisiones exige la implementación de nuevos equipamientos, la capacitación del personal y, sobre todo, la predisposición a un cambio de pensamiento.
En ocasiones, estos cambios podrían ser un desafío y requerir de una inversión inicial, pero a pesar de esto, los beneficios suelen ser superiores a dicha inversión. Entre ellos podemos contar:
- Mejoras para el paciente y su salud, debido a la reducción en la pérdida de calor y humedad, lo que beneficia su recuperación.
- Aumento del valor institucional por la implementación de políticas sustentables
- Ahorro en el requerimiento y consumo de anestésicos (sobre todo, los que contribuyen al efecto invernadero, como el oxígeno)
- Disminución sustancial de la contaminación con vapores anestésicos.
- Disminución en los costos económicos.
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El uso de anestésicos volátiles puede ser reducido entre un 80 y 90% si se generaliza el uso de circuitos cerrados y si se usan rutinariamente los flujos bajos. |
Una perspectiva hacia la disminución de costos
Si bien los requisitos para la práctica de la anestesia general inhalatoria con circuito cerrado y flujos mínimos son la capacitación del profesional, la disponibilidad del equipamiento adecuado y la posibilidad de realizar un monitoreo exhaustivo, este tipo de anestesia no solo resulta más eficiente en relación con la ecología y el medio ambiente, sino que también a nivel de costos económicos. Existen estudios que aseguran que usando sevoflurane a flujos reducidos se ahorra 30% de lo necesario con flujos medios.
Esto se debe, no solo al menor requerimiento de anestesia, sino también a la disminución de la necesidad de implementar fármacos adicionales.
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Por esta razón, cada vez se hacen más evidentes las ventajas del uso de la técnica de flujos bajos entre los profesionales de anestesiología. Asimismo, cada vez más instituciones de salud se preocupan por adquirir sensores de anestesia y unidades con monitoreo adecuado que permitan el uso de flujos bajos en beneficio de los pacientes y de su impacto medioambiental y económico.
¿Está tu institución usando la tecnología disponible para proveer anestesia de flujo bajo? ¿Tienes dudas?
